Uno de los factores más importantes en el control del riesgo cardiovascular es impulsar los programas de promoción de la actividad física; sin embargo, el objetivo del presente trabajo es demostrar, con un poco de mayor profundidad, la explicación del porqué el ejercicio es benéfico para la salud.

El sistema cardiovascular tiene en su interior, un mosaico de células llamadas “células endoteliales”, las cuales tienen la capacidad de regular 2 cosas predominantemente:

  1. Lograr el equilibrio entre los factores coagulantes. La mayor cantidad de las complicaciones cardiovasculares están en relación con la formación de trombos, que ocasionan la obstrucción de las arterias a todos los niveles.  
  2. Liberar una sustancia denominada óxido nítrico, la cual produce la dilatación de las arterias, y en consecuencia mantiene la elasticidad de las mismas.

  Para el lector no experto, la ateroesclerosis se refiere a la acumulación de lípidos, que ocasionan una placa que obstruye o reduce la luz de la arteria.

  La arterioesclerosis se refiere a el endurecimiento o pérdida de la elasticidad de la arteria, ocasionado por la escasa producción de óxido nítrico.

De forma muy sencilla, los efectos del deporte sobre la salud cardiovascular consisten en:

  • Reducir la presión arterial.
  • Control de lípidos y triglicéridos.
  • Disminuye la resistencia a la insulina, promoviendo la presencia de receptores para insulina-glucosa, ayudando al paciente diabético al control de su padecimiento.
  • El consumo calórico ayudará a la reducción de peso, con la subsecuente remoción de grasa corporal, reduciendo la masa de grasa.
  • La vida activa produce la liberación de endorfinas, las cuales producen un efecto de satisfacción y bienestar.
  • Alivia el estrés y reduce la ansiedad, estableciendo un equilibrio importante entre la calidad del sueño, garantizando con ello la reparación del cuerpo.
  • En las connotaciones emocionales, la actividad física moderada reduce los riesgos de depresión y estados emocionales que afectan la evolución de las enfermedades crónicas, como la hipertensión y la diabetes.
  • Aumentan la capacidad pulmonar.

El acondicionamiento físico es tan importante como el acondicionamiento mental, ambas situaciones mejoran el estado del bienestar; haciendo alusión a las antigua frase Mens sana in corpore sano mente sana en cuerpo sano.  Este equilibro dinámico debe de mantener el equilibrio biopsicosocial, el cual es definido por la Organización mundial de la Salud como “Salud”.

 Entonces, debemos cuidar este órgano, el más grande de nuestro cuerpo: el endotelio, lo cual ocasiona ante la presencia de enfermedad de dos condiciones :

  • Disfunción endotelial
  • Síndrome metabólico

 Las células endoteliales mantienen un equilibrio perfecto entre la capacidad procoagulatoria, que nos protege de los sangrados, pero también permite el paso adecuado de la sangre por todo el cuerpo. [1]  Este sutil equilibrio se mantiene por medio del óxido nítrico, el cual relaja las resistencias periféricas y reduce la presión arterial, favorece la angiogénesis (aumentar el número de vasos).

   El óxido nítrico proviene del metabolismo de la L-arginina, que es una sustancia algunas veces utilizada por los deportistas para mejorar su desempeño, interactuando con la tetrahidropterina (BH4) y flavina, en conjunto con la NADPH, un nucleótido de nicotinamida adenina dinucleotido, conjuntamente con los grupos hemo de la hemoglobina y calmodulina, participando intensamente en el metabolismo y estrés oxidativo. 


Existe un nuevo elemento, que es la caveolae, que son invaginaciones de la membrana plasmática, donde se tiene la capacidad de agregar los lípidos (grasas), como el colesterol y los glicoesfingolípidos en conjunto con una proteína llamada caveolina.[1]

 Por lo tanto, la ausencia de la salud endotelial ocasiona la pérdida de la disponibilidad del óxido nítrico y, en consecuencia, el estrés oxidativo provoca la producción excesiva de LDL (colesterol malo) y la formación de peroxinitritos, que son radicales libres como el superóxido, que actúan como radicales libres para producir lesión a las membranas de todas las células.

 El estrés hiperglicémico aumenta el metabolismo del ácido araquidónico, lo cual relaciona todo esto con los efectos proinflamatorios  del descontrol metabólico.

 En conclusión, el ejercicio provoca que el roce de los eritrocitos en el endotelio vascular produzcan óxido nítrico, el cual es la piedra angular tanto del Síndrome metabólico, Síndrome inflamatorio y de la disfunción endotelial, los cuales pueden ocasionar la tendencia a la arterio y ateroesclerosis.

El ejercicio previene la enfermedad coronaria y reduce la aparición de los factores de riesgo coronario modificables. El entrenamiento físico permite sincronizar las edades: cronológica, biológica y vascular.

 El ejercicio físico aumenta la capacidad respiratoria, mejora la circulación sanguínea, no solo arterial, sino también venosa. Mejora el tránsito intestinal.

 Hay varios tipos de ejercicios, pero estos se dividen en 3:


[1] Parton RG. Caveolae and caveolins. Curr Opin Cell Biol. 1996;8:542–548.

Aeróbicos: se refiere al ejercicio que predominantemente depende del metabolismo oxidativo, y el ejercicio es dinámico, con tiene un alto consumo de oxígeno. Este ejercicio regularmente no incrementa la masa muscular, pero sí reduce la cantidad de tejido adiposo. Son de larga duración y baja intensidad. Alto desgaste energético.

 La nutrición más adecuada para esta actividad son los alimentos que aportan grasa, pero que tiene alta digestividad.

Anaeróbicos: Provoca mejoría en la fuerza muscular, consume menos oxígeno, pero genera más lactato, el cual es el que produce el dolor que llamamos “agujetas” después de no hacer ejercicio por un tiempo. Son de corta duración y alta intensidad. El desgaste energético no es excesivo, por lo que se recomienda una nutrición alta en carbohidratos y proteína, con alta digestividad.

Mixtos: Combina las dos modalidades, por lo que requiere de una nutrición muy equilibrada. El tenis es un ejemplo de este tipo de actividad.

Nutrición dirigida:

 Debemos normar el tipo de nutrición adecuada al tipo de actividad física que estemos realizando, pues la actividad moderada a intensa puede ocasionar el aumento del ritmo de la respiración y la frecuencia cardiaca. La actividad intensa no solo incrementa las anteriores, sino también incrementa la temperatura corporal.

 El ejercicio anaeróbico es fuerza y potencia, con alta liberación de energía, pero tiene efectos notables en el incremento de la masa ósea, aumenta la masa y fuerza muscular.

 La Organización Mundial de la Salud recomienda el ejercicio mixto en sujetos entre los 18 a 64 años, lo cual se refiere a 150 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada y 75 minutos de actividad aeróbica de intensa a moderada. Se pueden alternar bloques de 10 minutos de actividad aeróbica.

 La actividad aeróbica intensa a moderada reduce la posibilidad de infecciones contagiosas y de estados anímicos alterados, fortaleciendo y sosteniendo la cantidad de masa de músculo esquelético. Debemos de recordar que el músculo cardiaco es músculo esquelético especializado, por lo que la pérdida de la masa muscular por falta de ejercicio también condiciona la pérdida de masa muscular cardiaca, fenómeno que ocurre en los pacientes de la tercera edad, llamado sarcopenia, y que está asociada al síndrome de fragilidad de los pacientes mayores de 65 años.